En mi cama mis manos comienzan a disminuirse y así olvidan las estúpidas represiones. Tu boca en mi ombligo me excita. Disfruto entre quejas. Podría estar horas anhelándote porque tu cuerpo lo dice todo. Insisto en mí y ya llego al punto. Me detengo. Un suspiro y retomo el juego. Estoy inquieta, caliente y buscando desgarrar tu apariencia. Voy a la presión. Tu imagen se cruza con mi libertad, plenitud de goce… y te maté. Esta seducción terminó. Minutos ficticios. Respiro, miro al techo y denuevo el vacío. Sin ropa, sin ti.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario