Para los tímidos y soñadores...

Malvenidos!!

Los invito a cortarse las venas y a reirse. Esto es para todo tímido y soñador que guste de transformar su vida en ficción...

martes, 27 de marzo de 2007

Todo es Nada



Respiro. Aún me quedan lágrimas por expulsar ya que esta angustia me persigue. Cuando me senté en la camilla solo recé. La ausencia de la paz me volvía loca, la inexperiencia me hacía de 10 años. Estaba aterrada. Mi madre me miraba con los ojos tristes y un tic nervioso. La sangre corría como queriendo escaparse de mí.

Sólo veía luces en el techo, no había cura para mi situación; sólo esperar que pasara ese frío momento. No conseguía comprender que estaba sucediendo hasta que el doctor pidió un interrogatorio a puerta cerrada. Yo con dolor y las primeras lágrimas contestaba e imaginaba un confesionario. Sólo cuando le dije que una noche me calqué en su sonrisa irresponsablemente, tuve la explicación de mi palidez. Era tan intensa la hemorragia y los dolores abdominales, que en un momento el doctor pensó ir más allá. Parecía como si me mordieran y me sacaran hasta mi última gota de amor.

Ahí tenía una respuesta, pero no quería asumirla, era sólo una probabilidad. Pensé en él y me di cuenta que siempre hasta lo más puro se interrumpe entre nosotros. Podría haberle regalado la felicidad más grande en su vida pero ni eso estaba permitido. Si la sangre fue la muerte del sueño inconsciente que planeamos, existía la posibilidad de que toda unión entre nosotros fuese fallida. Ahí con otros ojos confirmé que lo nuestro no estaba reglamentado para coincidir.

Seguía llorando y el doctor se dirigió a mi mamá, me aterré de pensar que la respuesta sería la única verdad que ella nunca hubiese querido escuchar. Sólo me abrazó. Me da tristeza pensar que la vida escapó como el llanto de mí. A mi edad, fríamente, ese latido se puede reemplazar, pero me niego a tener otro sin buscarlo.

Me voy a dormir. Me siento culpable de este secreto que hiere mi alma y me pesa cargar. Tengo pena, miedo y aunque deteste sentir odio… ahora lo odio. No puedo seguir escribiendo porque se me acabó la sangre, la ilusión, el amor, todo se fue en un arranque de nostalgia y en esa concentración de dolor. Vuelvo a respirar.

lunes, 19 de marzo de 2007

4:30 am

Desperté recién. Aparecía de la nada, mientras yo menos esperaba. De pronto se abrió el ascensor y un personaje con su polera al revés me sonrió. Fue como ver a mi mejor amigo. Nos reímos y desde ahí capté que no podía dejar pasar esa carcajada. Entré a mi departamento, me saqué los tacos y corrí a buscarlo, casi amaneciendo lo encontré sólo con su mochila al hombro y su vaso de ron... toda una película en segundos, adorando la ciencia ficción para luego hacer una pausa y dejarlo sin resentimientos.

lunes, 12 de marzo de 2007

Más vale una tarde sola, que diez noches en vela.

Me levanté el domingo como si nada hubiese ocurrido la noche del viernes. Enrealidad amanecí despejada porque el sábado me dediqué a pasarlo como un ficus, puro oxigeno y agua. Comencé a ordenar el departamento y mientras más limpio quedaba más sola me sentía. El silencio de un fomingo no es extraño, menos con el transantiago, por lo mismo, vivir dos días en retiro ya era suficiente. Eran las 4 de la tarde y decidí ir al cine. Al principio intenté encontrar un acompañante, pero por primera vez mi cabeza se quedaba en blanco, ya que mis amigos o estaban pololeando, o estaban fuera de Santiago o simplemente con quienes tenía onda, había dejado de tenerla porque no quise acostarme con ellos. Suele pasar en las relaciones hombre-mujer, sobre todo cuando la especie masculina logra captar que tiene una amiga liberal, relajada, no virgen, soltera y que más encima vive sola. Entonces agarré mi bolso y escapé de mi antro. Cuando estaba ingresando al Cine Arte Alameda, me sentí un tanto observada, como esa típica niña que siempre anda sola en el café, cine o restaurante, y a la cual tendemos a considerar rara y a comentar tontamente con las amigas- ¡pobre! ¿la habrán dejado plantada? ¡Qué lata ir a comer sola! entre otras observaciones un tanto huecas. En fin...fue sólo un momento de atención al resto, ya que nunca me ha importado mucho lo que digan los demás. Cuando me senté en la butaca, lamenté no haber ido al típico cine con palomitas, sonido super extra retumbante e imagen hiper ultra magnetica, ya que me había enterrado un resorte en el trasero. En fin...me cambié a la antipenúltima fila y comenzó el film. Aparte de las tres señoras del siglo IXX que estaban en la sala sin parar de hablar, el ambiente era ideal. Cuando comenzó la película, me acordé de la primera vez que fui a ese lugar. Tenía 19 años y recién llegaba a vivir a Santiago. Era una cita con Daniel, un personaje al que extraño hasta el día de hoy y con el que compartí toda mi psicopatía en su esplendor (era recíproco). Esa vez fuimos a ver Ciudad de Dios, yo más que ver a Ze-Pequeño, estaba nerviosa porque no quería que Daniel me tocara la pierna (es lo mínimo que él solía tocar) y no porque no sintiera nada por él, sino porque sentía mucho y me daban miedo las consecuencias. Finalmente, las consecuencias fueron tensión toda la película, retorcijones en la guata, salir del cine y tomar el metro rumbo a mi departamento, específicamente al baño. Por eso mientras veía "El Hijo " imaginaba a Daniel y me acordaba de cada minuto con él, odiando que hoy viva en Barcelona. Todo esto conllevó a que me desconcentrara en la mitad del film belga y nuevamente me diera dolor de estómago. Es raro, pero cada vez que entro a la sala 1 se me descompone mi sistema digestivo.
Al salir, comencé a querer mi estado de soltería en su plenitud (sin "peor es nada"). Noté que ya estaba harta de pagar entradas al cine para que me acompañaran, comprar sushi para comer con alguien, o bien, dar una sonrisa para que algún sujeto me pasara a buscar en su cuatro x cuatro. Me gusto con mi estilo más independiente, me agrada pararme en las vitrinas sin nadie al lado y sobre todo, me gusta mirar como perro de carniceria al "wuashon" que pase a mi alrededor, sin tener que dar explicaciones y mentirle a un novio, porque generalmente no nos atrevemos a decirle que miramos con la boca abierta al tipo que pasó porque tiene un físico más excitante que el de él.
Camino al metro pasé por fuera del departamento del "Negro", un amigo. Subí a saludarlo... pero no estaba. Fue encantador todo lo que me sucedía; andaba tranquila, sin obsesionarme ni querer a nadie. Cuando abrí la puerta de mi cuchitril, prendí mi computador, abrí el MSN y, aparte de chatear, me puse a comer galletas con atún. Estaba un ex "peor es nada" conectado e invitándome a salir, ya que cuando fui a buscarlo no me alcanzó a abrir. Sólo apagué mi computador, me lavé los dientes y volví a tomar el metro. Definitivamente, aunque quiera ser sutil, me encanta el reggaeton.

sábado, 10 de marzo de 2007

Con escándalo!

Eran las tres de la mañana cuando en medio del humo, de una borrachera y del asfixiante espacio que tiene "El Túnel", decidí correr por un taxi. Sólo llevaba mi polera y unos jeans en los cuales traía 8 mil pesos restantes de esa noche. Mientras caminaba conversaba con una pareja de extranjeros que escuchaban el por qué de mi salida abrupta del lugar. Sin poder modular mucho le expliqué al taxista que mi fin era Plaza Ñuñoa. No me pregunten cómo sabía que ese tenía que ser el destino y no mi casa, si a esa hora el alcohol se iba apoderando más de mi cabeza enferma. Después de pagar los 4 mil pesos del "pique", bajé y corrí hacia el conserje del edificio de Jorge Washington, le pedí que le avisara a Guillermo que íba a subir, aunque él desde su casa advirtió que no podía pasar. Me importó tan poco lo que me dijera el hombrecillo de la puerta, que en dos minutos estaba en mi loft favorito descolocando a su dueño.
El viejo (lo llamo así porque tiene 34 años, 11 más que yo) no podía creer mi insistencia por verlo y comenzaba a advertirme que estaba destruyendo el único lazo de cariño que quedaba. Pero a esas horas todo me daba igual. Era una escena de teleserie lo que pasaba, faltaba poco para revelarle el gran secreto de "cheito". Él diciéndome que yo estaba desquiciada por interrumpir su tranquila noche y yo aclamando que me moría por verlo. Generalmente cuando tomo alcohol todos mis sentimientos se multiplican , es decir, esa noche el viejo era lo único que me importaba en la vida. Absurdo y patético. No recuerdo todo lo que hablamos sólo que insistía en que me fuera y en que ni siquiera le gustaba. Me miraba con los peores ojos que haya visto en su rostro, no era él, o sí , era él y no lo conocía. Me echó muy sutilmente en un principio, luego cuando yo intentaba acercarme, me tomó de un brazo, abrió la puerta y me sacó como a una bolsa de basura, claro, con menos delicadeza porque la basura se puede derramar. Ahí desperté. Y era extraño, era como si hubiera pasado algo terrible, pero no recordaba nada. Fuera de su departamento le pedí que me llamara un taxi y sólo respondió- pasan a cada rato.
Que injusto despertar en medio de la locura y del juego. Salí como una niña sin su dulce. En la calle no había nadie, y después de 20 minutos por fin tomé un taxi. Lloré recordando todo el show, aunque también me entretuve a ratos y reí. Mi fin era molestarlo, lo logré, pero quería dormir con él y ahí ¡la cagué! Primero fui sincera y le dije que soñaba con abazarlo, después adopté la persona más desagradable para darme la libertad de tirarme en su cama y finalmente, la enamorada que llora por él, victimizándose. Básicamente nada funcionó, por el contrario, me quedé sin amigo y sin un peso.
Pero esta mañana entendí (aparte de dar una vez más jugo) que ni amor, ni obsesión ni nada especial me pasa con Guillermo, sólo es cosa de querer acurrucarme en alguien. Es cierto, está muy guapo, pero si lo amara cuidaría cada detalle, y no haría un autosabotaje. Estaba sola y me protegió. Hoy estoy sola y desaparece. Sé que siente pena por mí, me lo dijo anoche, pero me da lo mismo, porque él nunca entendió mi juego. O a lo mejor si lo entendió, y es por eso que me trató así... después de tanto buscarme y no encontrarme, decidió definitivamente olvidarse. La realidad aguantando y yo aprobando mi inestabilidad. No quiero más, sólo dormir y sin escándalos.